Luego de muchos años, ha llegado a mi hogar una de las primeras
vecinas que tuvimos en el barrio, alguien que me conoció siendo una niñita.
Luego de una conversación amena, y de que me preguntara qué ha sido de mi vida
en estos años, al comentarle que hoy día dedico gran parte de mi tiempo a la
investigación científica, ayudando a quienes están terminando una carrera de
grado o postgrado y a escribir poesías, cuentos, relatos, etc.; y de mostrarle
una de las Antologías Poéticas Internacionales que había donado junto con otras
amigas poetas a la Fundación Apostar por la Vida, buscando llamar la atención
de la gente hacia la problématica del cáncer de mamas. Me interrumpe y me
dice:
-¿Pero por qué publicar un libro impreso? Hoy día ya nadie compra
un libro físico, para eso está Internet, basta descargar gratis o leer desde la
computadora, agregó.
A lo que respondí: - quizás tengas razón, es la realidad paraguaya,
nadie compra libros justamente por este tipo de mentalidad, pero no hay que
olvidar que los libros pueden generar millones, basta mencionar por ejemplo a
J.K. Rowling, quien ha vendido millones de ejemplares de sus libros de
Harry Potter, o al mismo Paulo Coelho, quien en muchas ocasiones repite en sus
obras pensamientos de otros autores o incluso de la Biblia, pero sigue siendo
récord de ventas. Todo es relativo y depende en gran parte de la cultura de
cada pueblo, si nosotros mismos decimos para qué comprar un libro si podemos
descargar o leer gratis desde Internet, estamos de cierta forma matando a los
escritores y con ello aniquilando de una manera u otra, el futuro de los más
pequeños.
Imagen tomada de la red
Hoy, mientras miraba los muros en el facebook, encontré una
imagen de Mafalda que me hizo pensar un poco más sobre el tema, y me volví a
preguntar ¿Por qué publicar un libro en papel si nadie lo compra y la gente
puede descargar o leer gratis en Internet?, a lo que una voz en mi interior
respondió diciéndome “Mabel, pero hay libros y libros…. es decir, no todos los
libros tratan de las mismas cosas, ni dicen lo mismo, es más, existe todo un
universo de libros, así como escritores, si nos pasásemos leyendo lo mismo sólo
porque lo encontramos expuesto de forma gratuita en Internet, si ya nadie se
cuestionase sobre lo que lee o sobre la realidad misma, si ya nadie se animara
a escribir sus pensamientos sólo porque ya en la historia de la humanidad ya
existe una lista de pensadores famosos que incluso debemos leer en las
universidades, si ya nadie publicara un libro en papel… se perdería esa magia
de poder acariciar un libro, página a página, con la yema de los dedos, bajo
una arboleda, en el sofá, en la cama, leyendo con luz o en penumbra, en
solitario o en grupo…se perdería esa oportunidad de sentarse con un hijo,
nieto, sobrino, etc. y enseñarle su primer cuento, y con ello las primeras
letras. Se perdería ese encanto que sólo los libros impresos tienen, esa misma
magia que hizo posible que mi generación y las demás generaciones anteriores
tuvieron la gracia de conocer”.
Entonces, ¿vale la pena seguir gastando dinero, tiempo y energía
en escribir y publicar un libro en papel o nos quedamos con los libros
disponibles gratuitamente en Internet?.
Es un cuestionamiento que de hoy en más en mi oficio de escritor
debo realizarme cada vez que tenga ganas de dejar mi pluma a un costado ya que
como en varias ocasiones me han dicho “un escritor, en Paraguay, muere de
hambre”.
Un verdadero escritor si bien escribe por una necesidad interior,
también lo hace como persona que entiende su responsabilidad por la formación
de la cultura de las generaciones presentes y venideras, pero cabe a la
sociedad retribuir ese trabajo y esfuerzo intelectual valorando las obras de
los mismos, y no dando un ME GUSTA en las redes sociales, y sí comprando los
libros por el precio justo, ya que son producto de meses e incluso años de esfuerzo,
intentando plasmar de la mejor manera posible sus pensamientos, que son un
legado a la sociedad. El escritor no tiene nacionalidad, es una persona del
mundo, pues no existe nada más universal que un libro.
Mabel Coronel Cuenca