La noche y yo
Al fondo la canción recuesta tu
cabeza en mi hombro y llora,
un mate caliente de compañía,
hojeando mi viejo diario,
veo caras, escucho sonrisas,
recuerdo cada línea escrita.
Historias escritas en prosa, en el
medio una rosa seca,
década y media ha pasado y sigue aún
roja y perfumada,
la usé de señalador justo al lado de
la figura del cráneo.
-La que dibujé en la clase del
segundo curso del colegio
en plena clase de castellano, donde
mi mente divagaba
por horizontes lejanos y
desconocidos en busca de novedad-
La selección automática de mi reproductor de música cambia,
es la canción de Soraya… de repente…
pareciera embrujada… justo esa
canción que marcó tanto.
Tantas veces me encontraba como hipnotizada
en un sueño,
confundida, al igual que en la
canción, pero maravillada.
-Soledad, quietud, pensamientos que
me llevan a ti-
Oigo a Roxette, recordándome que soy una mujer.
Sí, me equivoqué tantas veces
queriendo acertar,
impulsiva, natural, al final persona
normal…
Y me miro reflejada en la pantalla
de mi ordenador,
-una noche más escribiendo y teniendo
la música de compañía-
Ahora Queen me acuerda que siempre
quise ser libre,
ese aire de libertad cada mañana,
mirar atrás y decir tarea cumplida.
Levantar la mirada para adelante y
ver el camino que falta por recorrer,
es un largo trecho, habrá días en
que será por demás cansativo,
sin nadie con quien hablar, reír,
abrazar, llorar:
Sin alguien que sea testigo de mi
existencia por este mundo.
Pareciera que hoy mis canciones
tienen vida propia.
Ednita me hace recordar que siempre
me costó creer en cupidos
y sueños, y amores eternos… pero en
el fondo una esperanza,
de estar entrando en agua más
profunda sólo por pensar en ti.
Lo ilógico volviéndose lógico,
abriendo la caja que nunca me animé,
esta vez despierta pero con ganas de
soñarte cada día.
©
Mabel C. Cuenca
6/05/2012