jueves, 6 de junio de 2024

TÚ TIENES EL PODER: UNA REFLEXIÓN SOBRE LA RESPONSABILIDAD PERSONAL

Por Mabel Coronel Cuenca

En el vasto escenario de la vida, donde cada individuo interpreta su papel único, hay una realidad ineludible que a menudo pasamos por alto: el poder reside en nuestras manos. La tendencia humana de buscar culpables externos para nuestras desdichas y fracasos es tan antigua como la civilización misma. Sin embargo, esta práctica, tan profundamente arraigada en nuestra psique, no solo es infructuosa, sino que, peor aún, nos priva de la capacidad de tomar el control de nuestras propias vidas.

Cuando señalamos con el dedo a los demás, ya sea a personas específicas, circunstancias o factores externos, estamos, en esencia, entregando nuestro poder. Nos convertimos en prisioneros de una narrativa en la que somos meros espectadores, en lugar de los protagonistas activos que realmente somos. "Si no fuera por esto o por aquello, yo hubiera...", "No estudié esto porque no tuve aquella oportunidad...", "No alcancé ese objetivo porque me faltó esto o aquello...". Cada una de estas afirmaciones es un ladrillo más en el muro de la autoimpuesta impotencia.

Reconocer que tanto el éxito como el fracaso dependen exclusivamente de nuestras decisiones es un acto de valentía. Es aceptar que, aunque las circunstancias pueden ser adversas, siempre tenemos la capacidad de responder de manera que nos acerque a nuestros objetivos. Esta comprensión transforma el fracaso en una mera estación de tránsito, un lugar desde el cual podemos reconstruir con mayor sabiduría y fortaleza.

El proceso requiere un análisis profundo y honesto de nuestras acciones y sus consecuencias. Implica quitar las vendas que cubren nuestros ojos y observar detenidamente a nuestro alrededor. ¿A quiénes o a qué hemos delegado nuestro poder? ¿Cuáles son las cadenas mentales que nos atan al fracaso? Identificar estas influencias es el primer paso para romper con ellas y reclamar nuestra libertad.

Dios nos creó libres, y con esa libertad nos otorgó un poder inmenso: el poder de decidir, de elegir nuestro camino y de moldear nuestro destino. No permitamos que nada ni nadie nos robe ese poder. Cada vez que enfrentamos un desafío, recordemos que dentro de nosotros yace la capacidad de superarlo. Nuestra vida es la suma de nuestras elecciones, y es en estas elecciones donde reside nuestra verdadera fuerza.

Asumir la responsabilidad de nuestras decisiones no es una tarea fácil, pero es la clave para vivir una vida plena y auténtica. Al aceptar que somos los arquitectos de nuestro propio destino, nos liberamos de la dependencia y del miedo. Reconocemos que, incluso en la adversidad, tenemos el poder de levantarnos, de aprender y de seguir adelante con una renovada determinación.

La invitación es clara: reclamemos nuestro poder. Miremos hacia adentro, desafiemos nuestras propias limitaciones y actuemos con la convicción de que cada paso que damos, cada decisión que tomamos, nos acerca más a la realización de nuestro verdadero potencial. Porque, al final del día, tú tienes el poder.


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