lunes, 3 de junio de 2024

PREPARATIVOS PARA UNA FIESTA DE LA AMISTAD: UNA EXÉGESIS DEL POEMA DE CARLOS HUGO GARRIDO CHALÉN


Por Mabel Coronel Cuenca


En su poema "Preparativos para una Fiesta de la Amistad", el peruano Carlos Hugo Garrido Chalén nos ofrece una rica tapicería de imágenes que, entrelazadas con la sensibilidad de un alma que ha recorrido tanto los paisajes exteriores como los interiores, nos lleva a una reflexión profunda sobre la amistad y su lugar en el devenir humano.


El poema abre con una visión melancólica: "Antes de llegar a esta tierra prometida / yo vi llorar a las magnolias / sobre los charcos del campo / en el otoño." Aquí, las magnolias lloran sobre los charcos, una imagen que evoca no solo la tristeza sino también la fertilidad y la transformación, características propias del otoño. Este inicio nos sitúa en una encrucijada emocional donde la naturaleza refleja y amplifica el estado anímico del hablante poético.


El recorrido del poeta por diversos paisajes - desde las montañas hasta las aguas turbulentas de los rápidos - no es solo un viaje físico sino también espiritual. "Y ví el reclamo de la hembra insatisfecha / sobre la carpa del trampero / en la montaña" introduce una tensión entre la naturaleza humana y su entorno salvaje. La insatisfacción y el reclamo, elementos profundamente humanos, contrastan con la inmutabilidad de la naturaleza, representada aquí por la montaña y el trampero.


La imagen del hablante poético helándose en la nieve y navegando canoas ocultas por la espuma de los rápidos, evoca un sentido de soledad y desafío. La naturaleza, en su magnificencia y brutalidad, es testigo y cómplice de la travesía humana hacia el autoconocimiento y la comprensión de la amistad. La metáfora del árbol que pasea por la yesca - una figura de resiliencia y adaptación - refleja el aprendizaje obtenido a través de estas experiencias.


La amistad, en este contexto, se presenta como un "patrimonio / de los que apuntan al mañana". Es una declaración poderosa, que sugiere que la verdadera amistad trasciende las vicisitudes del presente y se proyecta hacia un futuro esperanzador. Este concepto es central en la obra de Garrido Chalén, quien ve la amistad no solo como un refugio emocional, sino también como una fuerza transformadora.


Al invitar a sus amigos a conocerle, el poeta declara: "soy amigo del águila y el cóndor." Las aves, símbolos de libertad y visión amplia, enseñan al poeta "la altura del amor" y le permiten "disfrutar en sus alas los gritos del abismo." Esta dualidad - la elevación y el vértigo - encapsula la experiencia de la amistad, que es tanto sublime como peligrosa.


Finalmente, el poeta afirma con convicción: "sé que la amistad la inventó Dios / para tener un pretexto a su regreso." Esta sentencia no solo confiere a la amistad un origen divino, sino que también sugiere una necesidad humana primordial: la de reconectar con lo sagrado a través de los lazos humanos.


La conclusión del poema, con la invitación a una fiesta por la amistad, subraya la importancia de celebrar y valorar estos lazos que, según Garrido Chalén, "todo lo engrandece." La referencia al "reclamo de la hembra / sobre la carpa del trampero en la montaña" cierra el poema con una imagen circular, recordándonos que las emociones humanas, en toda su complejidad, son un componente integral de la experiencia de la amistad.


"Preparativos para una Fiesta de la Amistad" es, en esencia, una meditación sobre la naturaleza de la amistad y su capacidad para trascender el tiempo y el espacio. Garrido Chalén, con su maestría lírica, nos invita a reflexionar sobre estos lazos que nos unen y nos elevan, reafirmando que la verdadera amistad es un don divino, un patrimonio de aquellos que miran hacia el futuro con esperanza y determinación.


PREPARATIVOS PARA UNA FIESTA DE LA AMISTAD


Antes de llegar a esta tierra prometida
yo vi llorar a las magnolias
sobre los charcos del campo
en el otoño.
Y ví el reclamo de la hembra insatisfecha
sobre la carpa del trampero
en la montaña.
Y estuve también helándome en la nieve
y navegando en canoas
ocultas por la espuma
de los rápidos.
Confiaba en la cautela de los juncos
enamorando al viento que llegaba
y bajo el lomo de las olas espumosas
miré a los alces cargar su infidelidad
sobre sus frentes.
Yo era un árbol que paseaba por la yesca
y en esos avatares aprendí
que la amistad es patrimonio
de los que apuntan al mañana.
Por eso hoy, que regreso a mi peñasco prometido,
invito a mis amigos verdaderos
para que vengan a mi casa
y me conozcan:
soy amigo del águila y el cóndor.
Con ellos aprendí a conocer
la altura del amor
sobre sus nidos
y disfruté en sus alas los gritos del abismo.
Por eso hoy sé lo que vale la ternura desde lo alto
y sé que la amistad la inventó Dios
para tener un pretexto a su regreso.
Vengan entonces a mi casa. Hoy haremos fiesta
por la amistad que todo lo engrandece
haremos fiesta por el reclamo de la hembra
sobre la carpa del trampero en la montaña.
DEL POEMARIO «CONFESIONES DE UN ÁRBOL»



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